El sueño internacional: A un año de la histórica participación de Real

Un recorrido colonial por las míticas estructuras del Molino de San Juan, Tarija
El Molino de San Juan, con su esencia tejida con los hilos del siglo XIX, testigo silente de generaciones que han ido y venido, de familias cuyos sueños y vivencias quedaron grabados en sus muros de piedra, y de transformaciones que, como vientos de cambio, han marcado para siempre el destino de esta tierra.

Desde sus primeros días, El Molino se entrelaza con el legado del colonialismo, cuando la región fue un punto clave en la expansión de los españoles hacia el sur del continente. El barrio, con sus casonas de estilo colonial y sus plazas adoquinadas, es un fiel reflejo de esa época de encuentro de culturas.
Sus edificios, con techos de teja roja y ventanas de madera tallada, aún susurran historias de conquistadores, misiones religiosas y los ecos de las primeras campanas de la Iglesia de San Juan Bautista en La Loma, el primer templo construido en Tarija, que se alza como un símbolo de la fe cristiana que cimentó la vida social y espiritual de la región.
El Molino en el ojo de la lente
Cada rincón del Molino parece resonar con los ecos de este pasado lejano, pero cercano, como un susurro en el viento que nos invita a recordar las huellas de aquellos que, a lo largo de los años, dejaron su impronta en este rincón de Tarija.

La arquitectura, marcada por el legado colonial, un testimonio vivo de la fusión de lo antiguo y lo moderno, un espacio donde lo sagrado y lo mundano se entrelazan en una danza silenciosa y eterna.
Desde allí, podían disfrutar no solo de la belleza del paisaje, sino también de los fragantes aromas que emanaban del viejo molino que operaba en el barrio, el cual dio nombre al lugar que hoy es considerado el más antiguo y tradicional de la ciudad.

La Casona del Molino es uno de los principales patrimonios de Tarija, un lugar donde se fusionan historia, cultura y gastronomía. Su construcción data de 1870, cuando la familia Arce Trigo decidió erigirla en una colina privilegiada que les ofrecía una vista espectacular de la Iglesia de San Juan Bautista, el primer templo construido en Tarija.

Entre las modificaciones más destacadas se encuentra el imponente arco tallado en piedra de la entrada principal, una pieza arquitectónica que originalmente perteneció a la residencia del expresidente de la República, Dr. Hernando Siles Reyes, en la ciudad de La Paz.
Con el paso de los años, la Casona del Molino pasó de generación en generación. Fue heredada por doña Mercedes Pizarro de Grandchant, quien conservó la estructura original. Sin embargo, tras la Guerra del Chaco, su hija Isabel emprendió una serie de reformas y restauraciones que preservaron la esencia histórica del lugar.

A pesar de las modificaciones, la Casona del Molino mantuvo su esencia histórica intacta. En 1972, el Gobierno Municipal de Tarija, mediante la R.M. Nº 78/1972, reconoció su valor patrimonial, declarando oficialmente la casona como Patrimonio Histórico y Cultural de la ciudad.

Dicho reconocimiento ha sido fundamental para preservar la memoria de este emblemático lugar, que se ha convertido en un símbolo de la identidad tarijeña. El renacer de la Casona del Molino es una invitación a vivir una experiencia diferente, en un lugar donde el pasado y el presente se encuentran.

Los tarijeños y turistas por igual tienen la oportunidad de disfrutar de lo mejor de la cocina regional, en el mejor lugar posible: una casona histórica que, además de ofrecer su gastronomía, conserva la memoria viva de los primeros días de la ciudad.




Al ser un espacio rodeado de historia, la Casona del Molino permite a los visitantes disfrutar de la exquisita gastronomía local en un lugar que ha sido testigo de generaciones de tarijeños y de eventos trascendentales en la historia de la ciudad. Aquí, los comensales no solo se deleitan con la comida, sino que también se sumergen en una atmósfera cargada de cultura y recuerdos del pasado.