1RA EDICIÓN – PROGRAMA MULTIMEDIA “MIRANDO DESDE EL BALCOM” 2024
Al afrontar dificultades en la vida es común decir que no hay tormenta que dure por siempre. Esta tormenta llamada COVID-19 ha durado por casi siete meses y ha sido verdaderamente, valga la redundancia, tormentosa.
Durante este tiempo nos hemos esforzado en mantener nuestro estilo de vida apegado a como lo conocíamos antes de la pandemia, y en esta búsqueda de eficiencia hemos dado espacio a las plataformas virtuales que de un modo u otro nos han mantenido conectados al mundo exterior, nos ha hecho posible trabajar y estudiar desde casa, mantener contacto con familia y amistades, y también entreteneros. Pero no es lo mismo.
No es lo mismo cantar “Feliz Cumpleaños” por Zoom, ni decir “presente” por Teams, ni mandar un abrazo por WhatsApp, y todo esto, más allá de la impotencia y frustración, nos ha dejado un vacío imposible de llenar con videollamadas. Esta falta de contacto real, presencial, con el mundo fuera de nuestras casas ha llegado a ser deprimente incluso para quienes normalmente preferimos la soledad.
Sumado al estrés de lo económico, las prevenciones que debemos tomar constantemente para cuidar de nuestra salud, relaciones sociales deterioradas, la incertidumbre de saber qué va a pasar después, incluso nuestra situación política actual, además de factores de estrés constante en la vida de cada persona individualmente, es de entender que nos encontremos en una especie de depresión colectiva; irónicamente colectiva porque nos sentimos más solos que nunca.
En un momento así es imprescindible tener presente todo lo bueno y positivo que aún tenemos de la vida y lograr un contrapeso con todo lo estresante que ha llegado a ser la cuarentena.
Desde ya, podemos ver que poco a poco estamos recuperando ese modo de vida al que habíamos estado buscando volver. Con las medidas necesarias de bioseguridad, ya nos es posible salir a dar un paseo o ir a visitar a un amigo. Poco a poco, podemos respirar de nuevo.