1RA EDICIÓN – PROGRAMA MULTIMEDIA “MIRANDO DESDE EL BALCOM” 2024
Para Teresa Martínez, era un día cualquiera. La mujer de edad avanzada despertó lista para ir a su consulta, ya que nunca faltaba. Mas no se imaginaba que ese día recibiría una noticia de las menos esperadas y menos deseadas.
“A esa consulta fui sola, al salir el doctor me mira y me dice, sin filtro y directo, tiene cáncer, pero este no era el comienzo, las cruces ya eran 5”, relató Teresa, quien a los 50 años presentaba un cuadro de cáncer de cuello uterino terminal.
Este cáncer que se produce en la parte inferior del cuello uterino, se lleva la vida de aproximadamente 4 mujeres al día en Bolivia, convirtiéndose en el país con la tasa de incidencia y mortalidad más alta en América Latina, según la OMS, Organización Mundial de la Salud.
“Me quedé seca, le pregunté cuál era la cura o qué podía hacer, y me dijo que tenía que operarme lo antes posible”, la Sra. Teresa salió del médico con dirección a su casa para informar a su familia sobre la mala nueva.
La vida suele dar giros inesperados y esa fue la situación que le tocó vivir a la familia de Teresa, a quienes sin previo aviso les dieron la peor noticia que podían recibir.
“Nos tomó por sorpresa, no podíamos creer y decidimos realizar dos exámenes más, los cuales también salieron así, y el doctor nos dijo que el diagnóstico era que le quedaban 3 años de vida a mi mamá”, declaró Viviana, hija mayor de la Sra. Teresa, misma que derramó algunas lágrimas al no poder evitar recordar los momentos difíciles que pasaron ese tiempo.
“Comenzamos a agilizar las cosas a pesar del pésimo diagnóstico que nos dieron, logramos operarla, después de dos meses, que fue lo que le costó recuperarse, tocaban las radioterapias y quimioterapias, en La Paz, donde vivíamos, en ese entonces, no había los equipos, viajé a Cochabamba a ver si ahí si se podría, pero tampoco”, continuó Viviana.
Pero las puertas para la Sra. Teresa nunca se cerraron, su esposo le comentó a un amigo, un médico Homeópata, acerca de la situación que su esposa estaba pasando. Este médico le recomendó que no permita que le hagan ninguna otra intervención y que sea llevada a su consultorio. Sin pensarlo dos veces y dadas las circunstancias en las que se encontraban, sin tener otra opción, decidieron probar suerte y llevarla a esa consulta.
Así empezaron las consultas con el doctor Rolando Mercado, el cual practicaba un tipo de tratamientos distintos a los acostumbrados, dándole una nueva esperanza, aunque la Sra. Teresa nunca dejaba de pensar en que la muerte podría venir por ella. Él comenzó a hacerle “imposición de manos”, lo cual crea una energía que suele curar y sanar dolores, por otro lado, le hacía las revisiones con un lente en forma de tubo que usaba para mirar mediante sus ojos.
El tratamiento lo siguió por 3 años aproximadamente, que era el tiempo de vida que los otros doctores le dieron, ella tomaba diferentes medicamentos que él le preparaba que cambiaban según el veía necesario, en una de las consultas el doctor empezó a decirle que él hacia su parte, que ella hacía otra y Dios la otra, lo cual a ella le dio mucha fe, por lo que siempre rezaba el rosario y hacia oración al Señor Jesús de la Divina Misericordia.
“Todos los días sin falta a las 3 de la tarde rezaba el rosario y hacia mi oración al señor de la misericordia, pidiéndole me cure esta enfermedad que para los médicos no tenía cura y para ellos solo me quedaban 3 años, pero aquí sigo, después de 24 años sigo rezando el rosario a la misma hora, en agradecimiento, el médico, mi familia y sobre todo Dios me curaron el cáncer”, fueron las palabras de cierre de la Sra. Teresa, que hoy goza de una salud estable y disfruta de la vida al lado de sus 3 hijas, siendo siempre una ayuda para ellas y para sus nietas.
Es así que la Sra. Teresa salió de una muerte segura a tener una vida llena de alegrías, con la enseñanza de que lo último que se pierde es la esperanza. Como estas historias de vida de seguro hay miles, llenas de complejidades, llenas de tristeza, dolor, angustia, pero la vida sigue, vale la pena tomar esa batalla y no dejarte caer por más hundido que estés, como lo hizo la Sra. Teresa, a quien solo le dieron 3 años de vida mismo que hoy son 24, sin contar los que le faltan vivir.