Hoy hace seis meses, la Universidad Católica Boliviana informaba mediante un comunicado, la suspensión de todas sus actividades presenciales como medida ante la pandemia del COVID-19.
Seis meses después, es posible mirar atrás y entender que el prestigio de esta institución se debe a nada menos que el incansable esfuerzo de cada una de las personas que la componen, para siempre seguir adelante.
Como la primera universidad en el país en anunciar que continuaría con el avance de clases de manera virtual, tanto docentes como estudiantes mostraron perseverancia a la hora de aprender a usar distintas plataformas sobre la marcha. Fue entre Zoom, Canvas y WhatsApp que un semestre se veía determinado a concluirse.
El cambio tan repentino entre dos modos de vida tan distintos, no frenó tampoco la labor humanitaria de la UCB con la sociedad. Para el mes de mayo, las cuatro regionales (La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Tarija) ya se encontraban realizando donaciones de material de bioseguridad para numerosos centros de salud en todo el país.
Entre la implementación de nuevas plataformas, apoyo a los estudiantes, y su continuo servicio a la comunidad, la UCB, seis meses después, sigue innovando y buscando maneras para que la formación profesional y espiritual de la juventud boliviana continúe desarrollándose, en esperanza de un mejor futuro.
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